Comenzamos visitando el Museo del Ferrocarril de Asturias. Situado en la antigua estación del Norte de Gijón, a unos 10 minutos rodando desde el hotel, es un centro dedicado a la conservación, investigación y difusión de la historia ferroviaria de Asturias. En él podemos ver distintas máquinas y vagones que han formado parte de la historia de esta tierra, la extracción de sus recursos mineros y el transporte en la región.
Aquí disfrutó muchísimo Luis, ya que pudo tocar todas las piezas/máquinas del museo, una pequeña maqueta del mismo y sentir las distintas texturas, temperaturas de los metales y del carbón.
El lugar es muy bonito, nos ayuda a conocer nuestra historia y se puede disfrutar muchísimo, ya que si vas con peques, les permiten subir a vagones y máquinas del museo.
En la puerta del museo, nos estaba esperando un taxi adaptado, Radio Taxi Gijón, para llevarnos a nuestra próxima visita, el Llagar Castañón.
A pocos minutos de Gijón ciudad, se encuentra el Llagar Castañón, uno de esos lugares donde se produce la sidra asturiana que tanto nos gusta. Aquí nos enseñaron como hacen la sidra, los distintos tipos de manzanas y de sidras, cómo se escancia o se espicha la sidra y la historia del llagar y la familia. Al final, hasta alguno de nosotros, acabó metiéndose en los toneles de madera de avellano, como lo hacían los antiguos trabajadores del llagar.
El llagar es accesible para silla de ruedas, dispone de baño adaptado y se puede hacer la visita sin problemas.
Después de tanta visita y con el saborcillo en la boca de la sidra, nos acercamos al Restaurante Las Delicias a comer. Es un restaurante de bodas, en el que también ofrecen carta y tienen zona ajardinada donde los peques pueden esparcirse mientras se come. Los platos estaban muy bien presentados y estaban muy buenos, como corresponde a una buena cocina de autor.
Por la tarde, volvimos al hotel y decidimos separarnos el grupo para hacer distintas actividades por la ciudad, cada una a gusto de cada uno.
Nosotros hicimos la ruta del Gijón goloso, disfrutando de los dulces de los distintos obradores de la ciudad; Diana, Luis y Macu (otra cicerone de la visita) se fueron a realizar unas rutas teatralizadas en la Villa Romana de Veranes, en las que Luis acabó siendo protagonista al salir voluntario en uno de los actos, jejeje (poco accesibles en silla de ruedas); y Giovanna aprovechó para relajarse en Talasoponiente, donde disfrutó de un masaje, baños en las distintas piscinas termales, saunas, etc. (accesible, con vestuario adaptado, silla de agua y grúas para personas con problemas de movilidad).
Para terminar un día perfecto, acabamos cenando en el sitio perfecto, el Restaurante Auga. Ubicado en el espigón del puerto deportivo, en la base ce Cimavilla, está capitaneado por Gonzalo Pañeda y Antonio Pérez, que forman un tándem espléndido haciendo de la cocina y la atención en el servicio, bandera de la gastronomía Gijonesa y Asturiana a la postre.
Cierto es que es un restaurante para ocasiones, ya que el menú no es para todos los bolsillos, pero merece la pena ir aunque sea sólo una vez para disfrutar de sus platos, su elaborada cocina y sus creaciones. El restaurante dispone de baño adaptado y la entrada accesible es a través de la terraza.
De vuelta, dimos un pequeño paseo nocturno desde el puerto deportivo hasta el hotel, que nos vino de maravilla para bajar la cena y acabar derrotados en la cama del hotel.
Escrito por Kity
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